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Villarruel Pantoja, Hugo. La integración de la técnica con la ciencia en los programas de las universidades tecnológicas (parte2 de 3): Prospectiva para el subsistema de Universidades Tecnológicas.

 

La integración de la técnica con la ciencia en los programas de las universidades tecnológicas (parte2 de 3)

Prospectiva para el subsistema de Universidades Tecnológicas.

Por M.A.O. Hugo Villarruel Pantoja

1     LA FILOSOFÍA EN LA EDUCACIÓN

De esta estadística que vimos en la última entrega se infiere “Gran parte del plan de estudios de artes liberales, entonces, se ha diseñado ya sea para la remediación o como introducción a las disciplinas generales.”[1] Sin embargo, la ocupación de buena parte, en comparación con México, con las ciencias humanísticas es elemento fundamental para la preparación de los pos-bachilleres que necesitan, por sus particulares características, incorporarse rápidamente al mercado laboral con un grado profesional para detentar sueldos mucho más atractivos que algunos técnicos básicos u oficios de poca remuneración; este complementos, básico en otras latitudes, y que es prácticamente inexistente tiene un fundamento y lo podemos encontrar en la discusión sobre la filosofía y la educación, de la cual se podría abarcar buena parte de una sola investigación; pero para esta investigación es fundamental encontrar un punto inicial que bien podemos encontrar en John Dewey y que a continuación presentamos.

Es preciso hacer notar, entonces cuales son las cualidades de un programa humanista que complete la importante formación de la población que asiste a la UTN y en específico a la división de administración y para ello tomaremos la influencia de la filosofía de la educación en Dewey[2] en citas tomadas de “Filosofía de la Educación” de Bernard Lonergan:

Dewey concibe el conocimiento humano como una transición desde una situación problemática hasta una situación mejorada. Esta transición implica dos componentes: la reflexión y la acción. Según Dewey cada componente aislado es una aberración. La acción sin la reflexión es ciega, rutinaria, no progresista. La reflexión sin la acción, según su filosofía, carece de significado porque, según él, el conocer no es algo retrospectivo, ni conformista, ni absoluto; -conocer de por sí no es nada- sino algo prospectivo, reformista, hipotético. Consiste en planear la acción y formar nuevas hipótesis después que se ha realizado la acción. Consiste en ajustarse continuamente a las situaciones. Es parte de un proceso en el que las situaciones problemáticas se transforman en situaciones mejoradas, y siempre hay lugar para un mayor mejoramiento, para más reflexión.[3]

Vaya pues, una fortaleza inicial, donde la acción se ha fortalecido día a día en la UTN a través del seguimiento de sus objetivos y principios; sin embargo, parece ser que la fundamental segunda parte, lo que Dewey denomina “reflexión” ha sido dejada a un lado por la necesidad de insertar al sujeto en un mundo labora también urgentemente necesitado en la búsqueda de resolver la problemática social de inconformidad o mejor dicho de insatisfacción que bien ha sido reparada con paso firme con la vinculación existente; con todo ello, suponemos igualmente que no ha sido suficiente para la sociedad el que los empresarios sean informados y ayudados sino que ahora es tiempo de crear consciencia de su importante posición en el entramado social al respecto, la universidad tiene firme influencia; para poder entender el papel de los actores sociales con la educación a través de las ciencias humanas podemos citar nuevamente a Dewey en Lonegan:

La filosofía es una reflexión sobre la situación humana en un nivel último. Es un pensar fundamental acerca de la situación humana. Y la educación es el gran medio para transformarla la situación humana. Ella cambia las mentalidades y voluntades de la gente, y lo hace en una edad en que tal cambio puede producirse más fácilmente “-apodérense de ellos cuando son jóvenes”. En consecuencia, la filosofía es el componente reflexivo y la educación es el componente activo en el nivel último de reflexión y acción en la vida humana. La filosofía es la guía y la inspiración de la educación, y la educación es la verificación, la justificación pragmática de la filosofía.[4]

Es claro, la importante vinculación entre la filosofía y la educación para la recomposición social hacia el respeto de los más altos valores humanos y de este modo dejar a un lado la sola “información y ayuda” para abrir la puerta a la toma de conciencia y solución propia de los actores sociales para la autoconstrucción de una cultura ciudadana contemporánea. En el Centro Informativo para la Investigación Educativa (ERIC por sus siglas en Ingles) podemos encontrar un apoyo al respecto en los colegios comunitarios donde prevalece el modelo de enseñanza técnico a través de las ciencias liberales y que, como le hemos visto, fue uno de varios referente para el modelo educativo de la UTN y el subsistema de universidades tecnológicas, al respecto, entonces:

Estas  revisiones (de la literatura existente sobre educación profesional) tienen un origen común en el crecimiento rápido de conocimientos especializados, el cambio de roles de la práctica, incluyendo la aplicación de las nuevas tecnologías y la respuesta a las nuevas condiciones socioeconómicas y la capacidad de respuesta cada vez mayor a una gama más amplia de clientes. A través de campos, la preocupación también es evidente  mejorar la manera de cultivar las habilidades cognitivas para resolver problemas.[5]

Coincide plenamente con lo marcado por la UTN en cuanto a los objetivos de ofrecer personal preparado profesionalmente para las empresas del entorno de la universidad; sin embargo:

 …el  énfasis de los programas profesionales en el contexto es más ampliamente dirigido a la [ayuda] y la [información] que en los programas de “emprendedurismo” (como negocios, arquitectura e ingeniería), todos los campos se preguntan si las artes tradicionales liberal son el mejor vehículo para lograr su plan de estudios. Particularmente, los programas de ayuda e información, en un intento por servir a las diversas poblaciones del cliente; incluyen en su contenido disciplinas de las ciencias sociales para formar profesionales y asegurar su pertinencia a las necesidades de expertos académicos.[6]

Es decir, el que la UTN sirva cada vez menos a la pertinencia contextual necesaria de los empresarios o el crecimiento de emprendedores propios de la zona menos que el proveer de recursos humanos a empresas fuera del entorno es claro ejemplo de una derivación de los fines de UTN lejos del compromiso con la región oriente del Estado de México.

Vaya pues, una acercamiento inicial a la propuesta de análisis para la incorporación curricular de las ciencias humanísticas en los programas de las universidades tecnológicas, sin menoscabo de obstaculizar su objetivo principalísimo, más bien con el sentido de fortalecer al técnico superior universitario y ahora ingeniero profesional con elementos de pertenencia regional y nacional así como con suficiente preparación para la creación y modificación de modelos técnicos y tecnológicos en modelos profesionales e integrales para librar de obstáculos una verdadera vinculación entre la sociedad, la academia y las empresas; es decir, completar un cuadro básico de conocimientos para religar la técnica con la ciencia o la ciencia con las humanidades.

Para dar cabida al nuevo paradigma será necesario, evidentemente, realizar cierta adaptación, sea en términos de las relaciones entre la universidad y la sociedad circundante, sus metas institucionales, o sus valores esenciales.[7]

Este concepto de pertinencia de las universidades, juzgado principalmente en relación con la contribución que efectúen al desarrollo económico, representa un cambio de importancia tanto en perspectiva como en valores en relación con el punto de vista que presentaban en una época anterior personas como von Humboldt y Newman. Para dar cabida al nuevo paradigma será necesario, evidentemente, realizar cierta adaptación, sea en términos de las relaciones entre la universidad y la sociedad circundante, sus metas institucionales, o sus valores esenciales.[8]

En este sentido se abre el parte aguas de la educación de los últimos tiempos y que se margina a la dicotomía de la masificación de la educación y la naturaleza de la competitividad en un entorno globalizado.

M.A.O. Hugo Villarruel Pantoja


[1] Descriptive Analysis of the Community College Liberal Arts Curriculum, ERIC Digest ,Tr. Hugo Villarruel Pantoja, Editorial: Centro Informativo para la investigación Educacional (ERIC Digest: ED285609), Washington D.C., página 4, s/f.

[2] John Dewey (Burlington, Vermont), 20 de octubre de 1859 – Nueva York, 1 de junio de 1952) fue un filósofo, pedagogo y psicólogo estadounidense. Junto con Charles Sanders Peirce y William James, a Dewey se le conoce por ser uno de los fundadores de la filosofía del pragmatismo. Asimismo, fue, durante la primera mitad del siglo XX, la figura más representativa de la pedagogía progresista en EE.UU. Aunque se le conoce mejor por sus escritos sobre educación, Dewey también escribió influyentes tratados sobre arte, lógica, ética y democracia, en donde su postura se basaba en que sólo se podría alcanzar la plena democracia a través de la educación y la sociedad civil. En este sentido, abogaba por una opinión pública plenamente informada mediante la comunicación efectiva entre ciudadanos, expertos y políticos, con éstos últimos siendo plenamente responsables ante la ciudadanía por las políticas adoptadas. Tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/John_Dewey, 03 de enero del 2012.

[3] Bernard Lonergan,  Filosofía de la Educación, Trad. Armando Bravo, Editorial: Universidad Iberoamericana, México, D. F., 2006(60), página 24.

[4] Op. Cit. página 25

[5] Joan S.  Stark et. al., Professional Education, ERIC Digest,1987, ERIC: ED284527, Washington D. C., (3) página 3

[6] Ibidem.

[7] Gibbons Michael,  Pertinencia de la educación superior en el siglo XXI. Documento presentado como una contribución a la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior de la UNESCO,  http://www.humanas.unal.edu.co/contextoedu/docs_sesiones/gibbons_victor_manuel.pdf, 1998 (81), pág. 2.

[8] Op. Cit. página 2

Villarruel Pantoja, Hugo. La integración de la técnica con la ciencia en los programas de las universidades tecnológicas (parte2 de 3): Prospectiva para el subsistema de Universidades Tecnológicas. México: CEAAMER, 2013. p. varía.

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