Moreno Murillo, Margarita. La Desintegración Familiar.

La Desintegración Familiar.

La desintegración familiar a consecuencia del divorcio o la separación de los padres, es una dinámica dolorosa de sentimientos contradictorios, que requiere de alternativas que faciliten su manejo y elaboración.

Cuando el niño pequeño empieza a reconocer que entre papá y mamá “algo” se está rompiendo, su estabilidad interna se involucra en este caos, porque él mismo sufre una fractura psíquica de la representación internalizada de sus padres como un todo complementario de su identidad, y entre más pequeño sea, más difícil le será comprender y mucho menos aceptar que su mundo de amor y seguridad se “desintegra”.

La angustia que esto le genera, lo llevará entonces a vivenciar el “abandono”, como algo inherente a su propia culpa.

Teme entonces ser rechazado y dejado a su propia suerte, sin los recursos de apoyo y de ternura que en su propio concepto de seguridad le representan la pareja parental.

Los sentimientos de  “impotencia” para mantener unidos a los padres le generan sentimientos de frustración y vergüenza, que suelen transformarse en conductas de desadaptación social dentro de la familia, la escuela y la comunidad.

Por consiguiente, es de primordial importancia la actitud reflexiva de los padres sobre sus propios conflictos, pero sobre todo, el registro de la “experiencia colectiva” en la que participan todos y cada uno de los integrantes de la familia, para evitar una huella traumática en la incipiente personalidad de los hijos.

Dado que el proceso de desintegración familiar, conlleva diferentes fases de enojo, discrepancia, pleito, coraje, tristeza, vergüenza e impotencia, antes de culminar con la separación o divorcio de los padres, es de primordial importancia tomar en consideración que la desintegración familiar “nunca deberá ser sinónimo de orfandad”, sobre la base de diferenciar los roles padres/hijos.

Cuando las niñas y los niños en situación de desintegración familiar logran comprender que ellos no iniciaron los pleitos “entre papá y mamá” y por consiguiente, tampoco podrán evitarlos, los hijos logran recuperan su lugar como hijos. Se disminuyen los sentimientos dolorosos de culpa, rechazo, vergüenza y abandono, lo que favorece la adaptación a los cambios y  a su vez, permitirá tolerar la tristeza ante las pérdidas, impidiendo que estas cristalicen en “depresión”, aún en los casos más extremos en que la separación de los padres puede ser la única solución para salvaguardar la dignidad, el respeto y la integridad tanto física, como moral de los hijos.

Moreno Murillo, Margarita. (Octubre 2009). La desintegración familiar. XVII Congreso Mexicano de Psicología Sociedad Mexicana de Psicología. Acapulco, Gro.